Ensayo del libro

El ensayo, como tantos otros de Borges, es inteligente, profundo y rezuma, en este caso, admiración por la figura de Sarmiento. Borges se percata de que al igual que el tiempo modifica los textos, Recuerdos de provincia no es, en 1985, lo que fue sesenta años atrás. Como otro “Pierre Menard, autor del Quijote”, la historia no pasa en vano y modifica las interpretaciones de los textos. Así, Recuerdos de provincia –expresión de la violencia americana- era, “en presumibles tiempos de paz, un libro exótico, de aventuras, gustoso”, en analogía, dice Borges, al placer de ver una película de cine negro en la que los contrabandistas de alcohol se ametrallaban en la ciudad de Chicago. No hace falta recordar que Borges escribía este artículo, que ahora traigo a la memoria, en la etapa argentina de 1985, tras los trágicos y relativamente recientes acontecimientos ocurridos, por lo que la violencia era aún una realidad y no una construcción literaria o artística. Señala Borges, al caso: “Tan manso, tan pacífico nos parecía el mundo que jugábamos con feroces anécdotas y deplorábamos el tiempo de lobos, tiempos de espadas” que nos evocaba la Edda Mayor, y que habían merecido otras generaciones más venturosas (EL País, en Sección de Opinión, lunes 2 de diciembre de 1985). Borges define Recuerdos de provincia como un documento grato, pues todo pasado es irrecuperable, “ya que nadie soñaba que sus rigores pudieran regresar y alcanzarnos algún día”. Y concluye, tristemente, el autor del Libro de arena: “El tiempo se encargó de demostrarnos lo contrario”. Actualmente, el reconocimiento de la figura y las obras de Sarmiento ha ido creciendo con los años y ensayos tan peligrosos como Conflicto y armonías de la razas en América han quedado relegados o conscientemente silenciados, en favor de “otro” Sarmiento y de otras obras suyas menos polémicas. El tiempo, no cabe duda, ha jugado en su favor, aunque el Sarmiento de 1850, año de la publicación de Recuerdos de provincia, no es el de 1883, año de la publicación de Conflicto y armonías de las razas en América. Entre uno y otro año han ocurrido hechos definitivos y en su mayoría ligados a su carrera pública y política: su incorporación como corresponsal en la guerra contra Rosas, su cargo de diputado, en 1860, en Santa Fe; el de gobernador de San Juan, en 1862; su cargo de ministro plenipotenciario en Chile, Perú y EE. UU, entre 1864 y 1868; su puesto de Presidente de la República Argentina que, a pesar de que le sirvió para llevar a cabo sus ideas, le enfrentó a determinadas insurrecciones; tras su presidencia, su cargo de senador, ministro del interior y superintendente general de escuelas, todo ello entre 1875 y 1881. Entremedio ha ocurrido la definitiva llegada a América del positivismo. En ambos textos, Recuerdos y Conflicto, Sarmiento no esconde su aire autoritario, sus juicios categóricos que anulan al lector, su tendencia a la simplificación de ideas, sus impulsos de “montonero”, su arbitrariedad y su maniqueísmo. Pero la discreción con que expone sus ideas en Recuerdos desaparece en Conflicto. El ensayo de Borges es, en este sentido, muy significativo porque es un panegírico o, más bien, una defensa contra las críticas que a lo largo de la vida había recibido Sarmiento, y a sabiendas de la inaceptabilidad de muchas de sus ideas con respecto a la raza o la nación. El título del ensayo borgiano, “Releyendo a Sarmiento”, podría haber sido el de “En su defensa”, haciendo un guiño a una obra de su homenajeado. Borges, al mismo tiempo que va enumerando todas las virtudes y logros de Sarmiento, no esconde y rebate a aquellos intelectuales, como Groussac, Echeverría y tantos otros, que, en su día, vieron encarnada en su figura la propia barbarie (valga la paradoja), por su personalidad ególatra o por “el ímpetu bravío en la conquista de la cultura”. Sin embargo, y a pesar de los intentos de Borges, hoy están fuera de lugar las ideas que Sarmiento despliega en Conflicto, fuera cual fuera la intención del autor. Sarmiento desarrollará una teoría que aparecía esbozada desde sus inicios, con Facundo. Cabría decir que, en la evolución de las ideas de Sarmiento, los conceptos que tocael de barbarie, civilización, raza, herencia o nación-, desde sus primeras obras hasta las últimas, se van radicalizando, por influencia, sobre todo, del positivismo cientificista. De esta manera, si en Facundo o Recuerdos, Sarmiento contextualiza la barbarie y la acota a Rosas y sus acólitos (a pesar de que se conciba, de forma predeterminista, como un mal endémico que nace de la tierra) y cree que el modelo a seguir es Europa; en Conflicto, la barbarie se plantea como una cuestión racial, pasando a ser el modelo a seguir los Estados Unidos. Es decir que lo que podría interpretarse, en los años cincuenta, como presunciones vagas de un país, Sarmiento, en los últimos años de su vida, lo amplifica a verdades universales. Recuerdos es la biografía de un hombre, el autor; Conflicto es la historia de la República Argentina.

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